Hanni Ossott y el pantano del alma

Un pantano o ciénaga es una capa de agua estancada y poco profunda en la cual crece una vegetación acuática que puede llegar a ser muy densa.

Hanni es una poeta de la absolución, es decir ella se absuelve a sí misma y a su nocturnidad escribiendo, también afirma que no siempre, pero muchas veces es una poeta del rapto, dice en un verso que sus ventanas son tristes y que no miran fijamente. En una entrevista con el escritor Rafael Arraiz Lucca afirma que el intelectual debe ser un desarraigado, alguien que no está del todo cómodo en el mundo, alguien que no pertenece y que desde allí ejerce una mirada poética.

El desarraigado busca compañía en otro desarraigado. Y juntos en su desencanto encuentran belleza y pueden mirar con interés todas sus roturas, es decir el mundo como un circo roto para reírse de él. A pesar de que Hanni no es tanto de un territorio sino de un espacio, la venezolanidad se le cuela en mucho de sus poemas, casi siempre poemas de frustración, tal vez existe cierto nacionalismo en esa nostalgia de la infancia, una infancia perdida por la muerte de su madre, que se expresa en su libro Casa de agua y de sombras, en donde rememora paisajes, así como en su famoso poema “El país de la pena” aunque este poema hable más de un paisaje psíquico que deriva por consecuencia en el territorio fáctico. El jardín es uno de los paisajes que se repite en sus poemas, en el libro El circo roto se diría que es un leitmotiv, el jardín simboliza una proyección de lo que somos, o más bien, de cómo nos proyectamos hacia el mundo.

En Hanni hay cierta burla hacia lo religioso, su verdadera religión es el poema, el poema que se cuenta a sí mismo, el poema que se dicta, el poema que logra nombrarla, ese poema que no logra escribir mientras su gato Ulises la mira con cara de decepción. Su carácter apasionado es algo que la compuso desde siempre, se dice que escribió su primer poema a los 8 años, el cual escondió tal vez buscando no hacerse tantas preguntas, resguardando cierta inocencia, de la cual escribiría años más tarde. Luego, ya en la adolescencia, no pudo parar de escribir hasta que enfermó, lo que no me extraña porque Hanni fue, sobre todo, una mujer raptada por el poema, esto se contradecía un poco con su talento de profesora, era capaz de vivir la locura del poema, pero también tenía la suficiente paciencia para enseñarlo. Para muchos fue una profesora que marcó un antes y un después a su vida y no dudo de que los alumnos también dieran un vuelco a su existencia, no es en vano que decidió esparcir sus cenizas en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Hanni veía el poema, no solo en el poema mismo, sino en el cine y en el arte, y lo transmitía así a sus alumnos, tal vez en esa expansión reside la huella profunda que dejó como maestra.

La noche como el centro de su vida acabó por consumirla. Pienso que Hanni amaba la noche, o tenía fijación con ella, porque era el único momento en donde el silencio le permitía escapar de su cotidianidad, era una poeta profundamente afectada por la cotidianidad, encontró una amplitud en ella, pero a la vez estaba intentando todo el tiempo escapar, imponiendo su trama secreta sobre esta, aquella que la soñaba, la bordaba, la dibujaba. Sabía que la vida se trataba de enfrentarse a todas sus casas: las feroces, las erigidas y las imaginadas, también otro tipo de casa más compleja, la que existe dentro de quien habita la lectura y el cine de una manera seria y apasionada, que es la casa de las imágenes. Huía de la casa, en todo su amplio significado, pero es allí donde encontraba la poesía. Fue ese huir la que la diferenció de tantas poetas que escribieron de la casa, vivió toda la vida en una contrariedad ante todos los roles que la vida le pidió representar, metida su alma en su teatro de sombras.

Su poesía aborda la memoria en la que reside, que es mayormente la de la familia, la vida doméstica, las relaciones, los vínculos humanos desde una visión de lo oculto, siempre un poco desde el rechazo, pero también de la ternura. En su ironía y crueldad también hay algo de comedia, en esto se parece un poco a Miyó Vestrini, hay dentro de su desacato gran belleza, la necesidad de nombrar lo que molesta para entenderse, para conocerse y, así mismo, conocer a los otros. Su primer esposo fue un psicoanalista, y el segundo fue un historiador, la primera profesión sirve para indagar en uno mismo y la segunda para indagar en los otros.

Ser del reino donde la noche se abre, como se titula uno de sus poemarios y uno de los que yo considero sus mejores poemas, es interpretado por mi como ser de un lugar que es capaz de ver cosas fuera de lo común, es ser una especie de iniciado,  tiene que ver con la locura, o la expansión, en donde se busca o simplemente no se puede dejar de habitar, un lugar en donde la noche se abre, se expande más allá de nuestra compresión, no es necesariamente bueno, significa simplemente ser parte de algo incontrolable, una especie de terror y de ardor que el elegido experimenta, el lugar del inspirado. Un lugar que ella conocía, temía y amaba en partes iguales.

En su pensamiento más intelectual, es decir, en sus ensayos, nunca pudo liberarse del poema. Durante toda su vida la palabra la salva, incluso hasta el final, en donde su esposo la interna porque no puede ya vivir con ella, y aun así, en esa institución, logra escribir un libro en los periodos de tiempo en que sale de ese espacio enrejado, la palabra la cura, o citándola “regula el incendio de la herida esencial”.

El pantano que posee cada artista es como las aguas de Venecia, lo hacen único, pero también huelen mal, están podridas y lo hunden dentro de sí mismo. La ciudad de Venecia alberga el río, pero también el pantano

La poesía de Ossott alberga la visceralidad del que siente y está vivo en el mundo de los muertos, tal vez demasiado vivo, demasiado doliente. Hanni, un día de rodillas pidió que volviera su madre, y así esperando, su madre volvió para siempre en su poesía, una madre que nunca la abandonó en un tiempo que se transformó en espacio de nocturnidad, una herida que invoca el horror y la belleza como una herencia, y que con la humedad adecuada florece.

Pamela Rahn (Caracas, Venezuela, 1994).

Estudio Guion Cinematográfico en la Escuela Nacional de Cine. Fue residente del IWP SPECIAL SPRING RESIDENCY en la Universidad de Iowa y de City of Asylum en la ciudad de Pittsburgh. Es autora La silla vacía (Taller Blanco, 2022), El radio de pilas y otros poemas (2020, Fundarte), Breves poemas para entender la ausencia (Torremozas, 2019) libro ganador del Premio de Poesía Joven Gloria Fuertes 2018.

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